miércoles, 20 de marzo de 2013

Puede ser


Hoy tenía previsto escribir sobre el día del padre. De hecho, tenía ya escrita la entrada y hablaba de aquéllos que hacen de padres sin serlo biológicamente. De aquéllos que representan una figura paterna. Y de aquellas madres que hacen también de padres.

Sin embargo, hoy me han ocurrido tantas cosas... He vivido un torbellino de sentimientos que necesito expresarlos de alguna manera.

Esta mañana, martes, cuando iba camino del trabajo me he propuesto que hoy no me iba a enfadar. Ocurriera lo que ocurriera, no me iba a enfadar. Aunque me hicieran una pirula en la carretera. Aunque me empujaran en el metro. Aunque en el trabajo... Ya sabéis,... que no me voy a enfadar. Y lo he conseguido. Me ha costado, por supuesto, pero lo he conseguido. He estado todo el día con una sonrisa en la cara. ¡¡Bien!! Y mañana a por más. 

Pero lo mejor ha llegado por la tarde. Ha sido subir unas escaleras y me ha dado un vuelco al corazón. La subida de las escaleras me ha impactado, y no porque me haya quedado sin resuello, ni mucho menos. Sino por el significado en sí de subir esas escaleras después de seis años sin pisarlas

escalera



Y después, la conversación. El poder hablar sin tapujos. Intentando hacer que el tiempo no haya transcurrido. O sí, siendo conscientes de que el tiempo ha pasado pero que, a pesar de ello, la amistad vale mucho más. Y con sinceridad, con claridad. Sin medias tintas ni paños calientes. Al final. Sólo ha habido que esperar seis años. ¿Volverá a ser como antes? No, pero puede ser, que ya será un paso. 


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