martes, 10 de septiembre de 2013

La paz es el camino

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Hola Belén, hola Gominolilla. 

Llevo muchos días dándole vueltas a varios temas, y posiblemente este no sea el único del que te escriba. Tú ahora tienes 3 años y cuando leas esto la vida habrá cambiado. Espero y deseo que para mejor, pero al menos, déjame que te explique los motivos por los que algunos pensamos como pensamos. Tal vez estamos errados, tal vez. 

Hoy es 9 de septiembre de 2013. Desde hace varios días resuenan los tambores de guerra contra Siria por parte del mundo occidental. Hace prácticamente dos años que todos los días hemos visto en el telediario noticias sobre la guerra civil que asola este país de Oriente Próximo. Belén, puede que tú no lo llegues a conocer, pero es un país que está estratégicamente situado para los intereses de muchos países, en el Mediterráneo, limitando al este con Irak. Puede que cuando tengas edad para leer y comprender esto que te escribo Siria ya no exista. O se haya anexionado a otro país. O tal vez sí. 

A lo que iba, Belén. En los años 70 en Siria hubo un golpe de Estado y un señor llamado al-Asad (padre) tomó el poder. Tras 30 años en el mismo, le sucedió su hijo tras ser refrendado mediante la elección de una candidatura única. Y en 2011 empezó una guerra civil (ya sabes, en la que luchan miembros de un mismo país entre sí) para derrocar a un gobierno que se había vuelto déspota, cruel y autoritario. 

Y ahora llega el gran hombre blanco (bueno, vale, en este caso negro) Obama que viene a echar una mano, para ayudar ¿a qué?, ¿a quién?, ¿con qué objetivo? Belén, si algo he aprendido durante este tiempo es que nadie da duros (o euros) a pesetas (a céntimos). Obama y los estados que apoyan a Estados Unidos no intervienen porque se estén utilizando armas químicas para matar a los pobres ciudadanos sirios. ¿Es que tal vez quieran tener una mejor posición en el Mediterráneo? ¿Es que tal vez quieren posicionarse mejor en el escudo antimisiles contra Rusia?

la paz es el camino - Gandhi


Los que creemos en la paz, no podemos buscar excusas para la guerra. No hay motivos para la guerra. La guerra no es justificable ahora, igual que no lo fue en Irak, en Afganistán o en Vietnam. Belén, yo no quiero que cuando tú seas mayor te enfrentes al dilema moral de elegir si hay guerras buenas o guerras malas. No hay ninguna guerra buena, ninguna guerra es justificable. Ninguna. Nuestro trabajo, en nuestro día a día, es trabajar por la paz: que no haya conflictos en nuestro entorno, fomentar la paz, luchar por lo que creemos de forma pacífica. Ahora que tú eres una niña de 3 años somos los mayores los que tenemos que luchar. Luchar porque tú no tengas ese dilema moral. Ni este ni otros muchos, Belén. Porque, como dijo Gandhi, no hay caminos para la paz, la paz es el camino. 

viernes, 21 de junio de 2013

¿Eres una persona creíble?

¿Por qué no me dices lo que opinas?
Hacía mucho tiempo que no traía un artículo de Patricia Ramírez. Y mira que me gusta. En este caso se trata sobre la percepción que tienen los demás sobre tu credibilidad. La verdad es que cuando era más joven me importaba un pito lo que la gente pensara de mí. Ahora me sigue importando muy poco lo que la gente piensa de mí, al menos los que no conozco, pero sí es cierto que me importa mucho la opinion de la gente que me rodea y un poco la de mis compañeros de trabajo y mis jefes. 

creible
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Así que aquí os dejo....

¿Eres una persona creíble?

¿Te has planteado alguna vez si los demás confían en ti, si creen en lo que les transmites, llegas a la gente? Hay personas a las que da gusto escuchar y a las que crees a pies juntillas. Las oyes y te motivan, incluso te genera que te plantees tu creencias y cuestiones que creías tener completamente seguras. ¿Por qué? Por su nivel de credibilidad. Son personas que impactan.

La credibilidad está relacionada con el éxito social, personal y profesional. Nos gusta escuchar y relacionarnos con las personas que nos confieren seguridad, aquellos a los que seguiríamos de forma fiel. Los maestros, líderes, médicos, oradores, psicólogos, mecánicos... madres y padres que tienen credibilidad, no necesitan imponer ni gritar. Se les sigue porque se confía en ellos.

La credibilidad tiene que ver con el carisma, es su parte más innata, pero existen otros criterios y variables que predicen y definen a un apersona como creíble. El carisma, mal utilizado, puede hacer mucho daño a personas altamente sensibles e influenciables, como las famosas sectas. Pero hoy dedicamos el artículo al buen carisma y la credibilidad que es capaz de insuflar motivación, curiosidad y cambio.

La credibilidad tiene tres momentos relacionados con la interacción: preconocimiento, durante la relación personal, y después de que termine el encuentro. Veamos cada una de ellas y cómo podrías fomentarlas tú.

CREDIBILIDAD ANTES DE ENTRAR EN CONTACTO CON LA PERSONA (esa que luego te parecerá creíble o no)

En este momento importa la reputación que tenga la persona que vas a conocer y su apariencia. El nivel de reputación es inversamente proporcional a la importancia de su presencia física. ¿Por qué? Porque cuanto mejor te hayan hablado de la persona, menos te importa la imagen que tenga. Habrá ganado tu confianza antes de que le des la mano.

Te pongo un ejemplo: imagina que vas a visitar a un especialista en digestivo que te han recomendado por varias vías, ¡qué casualidad! Tu hermana te dijo que es amabilísimo, que se explica genial, que te da tranquilidad, y además, una vecina, que estuvo la semana pasada en su consulta te ha dicho que es fabuloso. En el momento en el que entras en su consulta, si te encuentras a un hombre que no responde al rol de médico (bata, corbata, zapatos pulcros, etc.), te dará igual, porque tú ya vienes con unas expectativas muy positivas.

Pongámonos en el caso de no tener ni idea sobre este médico digestivo, no tienes referencias, ni positivas, ni negativas. Llegas a la consulta, preocupada con tu dolor de estómago y te encuentras con un médico en vaqueros, chanclas, muy simpático, pero muy hippie... te genera dudas. La credibilidad no es la misma que si entras y te encuentras al médico de toda la vida, su bata, sus gafas, su termómetro en el bolsillo. Sencillamente, no era la imagen que tenías de él en tu cabeza y genera disonancia. Así que en este primer contacto, tu médico, que no tenía reputación, ni la imagen que tú habías deseado de un doctor, parte con baja credibilidad.

La edad es otro factor a tener en cuenta. A nivel profesional otorgamos más credibilidad a aquellos que rondan entre los 35 y 55, personas que han cogido experiencia y que alcanzan un conocimiento y una edad en la que uno todavía es joven para estar motivado, pero con la experiencia suficiente como para minimizar el número de errores.

Se confía menos en la gente joven, de entrada, no por nada, sino porque se les otorga menos confianza. Hay personas jóvenes, que una vez que las conoces, que es la segunda fase, te das cuenta de que son altamente competentes.

Factores como la afiliación política, la etnia, la religión, etc. también influyen en este primer impacto.

Así funcionamos por lo general. Pero no estamos perdidos, la credibilidad puede subir o bajar en el momento en el que interactuamos con la persona.

SEGUNDA FASE: LA CREDIBILIDAD DURANTE LA INTERACCIÓN
En esta segunda fase entran en juego varias variables muy importantes. Estate muy atento para que las puedas manejar bien:

  1. EL CONOCIMIENTO ES CLAVE. Cuanto más sabio y conocedor parece alguien, mayor credibilidad. Ahora ya que el médico vaya en vaqueros, te da igual, o que tenga 29 años. Su conocimiento te ha cautivado.
  2. HONESTIDAD, CLARIDAD Y TRANSPARENCIA. Te dan credibilidad las personas de bien con buenas intenciones. Nadie se quiere relacionar con alguien con dobles intenciones, el que te ofrece ayuda pero busca algo a cambio. Las personas no se sienten seguras con gente así. Y la exageración, la mentira, la robada de medallas provocan la pérdida de confianza y credibilidad de quien se comporta así.
  3. ASUMIR ERRORES. Las personas exitosas se equivocan, pero como asumen el error como forma de aprendizaje, no les importa reconocerlo. No existen las personas perfectas.
  4. DINAMISMO Y OPTIMISMO. La alegría, el optimismo, las personas que hablan en términos de soluciones en lugar de problemas, tienen más credibilidad que aquellas que parecen estar rodeadas de energía negativa y vivir en un mundo amenazador y sin soluciones.
  5. COMUNICACIÓN. Sé claro, directo, sencillo. No te pierdas en largas frases, ni te parafrasees a ti mismo. No tienes que escucharte tú, recuerda que estás interactuando. Las personas con las que hablas puede que carezcan de tu nivel cultural, o desconozcan los tecnicismos. No eres más sabio por hablar más y de forma más culta, sino ser capaz de que la persona que está enfrente te entienda.

TERCERA FASE: LA CREDIBILIDAD POSTENCUENTRO
Este tipo de credibilidad depende de tres variables:

  1. Tener palabra. Hoy en día nadie se fía de nadie, y es una pena. Tener palabra significa ser respetuoso y leal a lo que le dijiste. Sin necesidad de firmar papeles. Cumplir lo que se promete. Me gusta la gente de palabra.
  2. Tu credibilidad también va a depender de la sensación que la persona tenga sobre la información que le has dado. Si el paciente sale de la consulta con la idea de que lo tiene todo claro, de que le has despejado las dudas y que la comunicación ha sido fácil, tendrás más credibilidad. Ahora, si sale con dudas, tu credibilidad bajará.
  3. De factores ajenos a ti que potencian o minimizan tu discurso. Si coincide que lo que has transmitido se relaciona de forma positiva con una noticia en los medios en la misma línea, tu credibilidad subirá. Pero esto no lo puedes manejar. Así que como si no lo hubiera escrito.
  4. Y sonríe. La verdad es que no sé si la sonrisa influye en la credibilidad... pero es tan agradable, que no debemos perder nuestra sonrisa nunca de vista.