miércoles, 6 de marzo de 2013

Realidad, humildad y vergüenza


Hoy quiero hacer un homenaje a alguien. Seguramente no lo leerá nunca. No es necesario. Sin embargo, anoche me dejó muy tocada y me di cuenta de lo superficial que podemos llegar a ser, y me incluyo a mí misma.

vergüenza



Hablo de solidaridad, de empatía, de colaborar con el que más lo necesita. Pero no obstante me preocupo de mis regalos de reyes, de mis vacaciones, de mis cenas con mis familiares o de quedar con mis amigos en estas fechas. Y lo hago y lo digo con total libertad. Con la libertad del que tiene un techo bajo el que dormir y un plato caliente que comer todos los días. Un trabajo al que acudir, ropa en el armario para elegir y coche que conducir. Y me avergüenzo de mí misma.

Me avergüenzo por hablar con tanta alegría de cosas que no son importantes. De no valorar lo que tengo cada día. De creer que sí lo hago, pero de no ser cierto. De estar ahora mismo sentada y caliente, escribiendo este post mientras que hay otra gente a la que están echando de sus casas, niños que no pueden ir al colegio o ancianos que no tienen para comprar medicinas. Y me avergüenzo de mí misma. Y de esta sociedad. Pero sobre todo de mí. Porque creo que mi compromiso con los demás no es suficiente. Porque creo que no estoy aportando nada. Porque no se trata de ayudar al pequeño comerciante, que también, sino porque hay gente que de verdad, de verdad lo necesita. Y yo no hago nada.

Gracias a ti, por tu bofetón de realidad y humildad. Porque aunque no te dieras cuenta estuve llorando mientras hablábamos. Porque no he dormido esta noche. Porque no paro de imaginarte de pequeño. Porque hoy me está costando concentrarme. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario