En mayor o menor medida, todos sabemos echar balones fuera. Hay algunos a los que se les da mejor que a otros. A veces, crea confusión, porque se confunde el dar explicaciones con la falta de responsabilidad o con echar balones fuera. Las tareas de equipo pueden ser un ejemplo muy bueno para explicar la confusión mencionada. Cuando se trabaja en equipo y se tiene un objetivo hay veces que no se consigue llegar al mismo porque el trabajo de una parte del equipo depende del trabajo de otros. Como en el fútbol: vale que la delantera marque muchos goles, pero si el portero no los para también, es posible que al final tu equipo no gane el partido. Claro, que si el entrenador pregunta a un delantero que le explique por qué no han ganado el partido, el delantero puede decir que él corrió y marcó goles, pero que el portero no trabajó suficiente en la portería. A eso unos le llamarán dar explicaciones y otros le llamarán echar balones fuera (y nunca mejor dicho).
Yo me encuentro con una situación de echar balones fuera día a día delante de mis morros. La situación es la siguiente: cuando las cosas están bien hechas, soy yo (un yo figurativo) quien las ha hecho. Cuando las cosas están mal, somos nosotros los que las hemos hecho. Esto, además de eludir una situación comprometida, como dice la RAE, es tener mucha cara. Porque las personas que reciben este mensaje se lo están creyendo y más si lo oyen de manera reiterativa (repite, repite, que algo queda). ¿Qué ocurre entonces? Que independientemente de si el emisor del mensaje es el único responsable de los éxitos y responsable compartido de los fracasos, el daño ya está hecho. Porque a los ojos de los receptores, será el emisor el genial, el ideal y el resto, los que rodean al emisario, tan sólo basura.
Cuánta razón amiga...
ResponderEliminarpues si, efectivamente!!!!
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