miércoles, 6 de marzo de 2013

And the Oscar goes to...


Reconozco que no soy muy cinéfila. Mea culpa. Lo único que puedo decir de una película es si me gusta o no. Y, claro, dados mis gustos, a mí me puede llegar al alma una película que sea declarada por la mayoría como un bodrio. Pero a mí me transmitirá algo, sino… Es que a mí lo que me interesan son los personajes. ¿Qué fue de ellos antes de que empezara la historia? ¿Qué ocurrirá una vez que se desvele el final? Y claro, para todo eso tampoco hace falta que sea un peliculón, sino que el actor / actriz interprete de manera creíble.
oscar

Pero claro, seguramente los mejores intérpretes no nos los encontraremos en una película, ni tan siquiera en una obra de teatro. No. Es posible que esos actores los tengamos a nuestro alrededor, intentando interpretar la vida que les ha tocado (que van eligiendo) lo mejor que saben, que pueden o les dejan.

A muchos de nosotros nos han educado para ser grandes intérpretes, de tal manera que me río yo de algunas grandes sagas familiares de actores. Nos han enseñado a vivir bajo unos parámetros que lo único que han hecho ha sido constreñir nuestra personalidad y colmarnos de frustraciones.

Intentamos vivir una vida dentro de unos convencionalismos sociales, porque es más sencillo. En ningún momento, o en muy pocos, ponemos en duda lo que vivimos. Y quienes lo hacemos, a veces, muchos, vemos más sencillo seguir actuando. Fingiendo que lo que hacemos cada día nos hace felices, o, por lo menos, no nos hace desgraciados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario