Recordaros que hoy nos toca el segundo círculo de el Purgatorio. Éste está destinado a los envidiosos, que tienen cosidos los ojos. Se asocia la envidia a la mirada, a que la envidia nace por los ojos y tiene una mirada enferma (también de ahí el mal de ojo).
Posiblemente sea la envidia el único pecado capital con el que quien lo infringe, no disfruta. Me explico. Si nos remitimos a la definición de la envidia en el DRAE leemos lo siguiente: tristeza o pesar del bien ajeno; emulación, deseo de algo que no se posee. Es decir, quieres algo que no tienes, que tiene otra persona y eso te pone triste. Por eso no te procura placer, no como en la lujuria, por ejemplo. De hecho, ya lo dice Cervantes en boca de El Quijote: "Todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué de deleite consigo; pero el de la envidia no trae sino disgustos, rencores y rabias" (Quijote, II, VIII).
Y muchas veces nos planteamos eso de tener envidia sana. Pero, ¿existe? Según la definición de la envidia, no podría existir. Otra cosa es que ver los logros de un compañero suponga un estímulo para ti, de tal manera que puedas con dedicación y esfuerzo trabajar para lograr aquello que admiras de la otra persona. Pero en este caso la envidia no existe. Porque las ganas de trabajar y la alegría no es envidia, o al menos yo lo veo así.
¿Y tú, crees que existe la envidia buena?
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