Introducción: Este post está inspirado por una frase que me mandó
Patri. Al final, como ves, no es una receta, sino simplemente una conversación - reflexión compartida.
Frase
típica y tópica masculina. Los padres
de antes (
digo de antes
porque
espero que los que educan a niños ahora no sean así) decían
constantemente a sus vástagos - masculinos - cuando algo les intimidaba.
También era una especie de reto.
Si no
le echabas huevos, eras
un
marica. ¿Quién, hace veinte años, quería ser marica?
Y yo me
pregunto, ¿qué habrá sido de aquellos chavales que se criaron con el
échale huevos sonando machaconamente? Esta reflexión
viene a
una
conversación que tuve hace un tiempo con un amigo, un día de mutuo
psicoanálisis. Él hablaba de lo que le había supuesto el "échale
huevos". Cuando le llamaron a filas, él no quería ir, pero su padre le
convenció porque "en la vida hay que echarle huevos". Así
que fue.
Quería haber estudiado Filosofía. Pero, ¿cómo iba a estudiar esa carrera
de bohemios? Echándole huevos, se hizo un respetable abogado. Y
tras
salir tiempo con una chica, sin tener claro si eso era lo que quería, se
casó con
ella. Y claro, fundó una familia modélica: niños, jardín y
perro.
Ahora, pasados los años, ejerciendo una profesión que no le
gusta, conviviendo con una mujer a la que no quiere, cuando realmente
necesita echarle huevos a la vida, es incapaz de hacerlo.
Acobardado por
no saber
por dónde
empezar,
por no saber qué
le puede esperar.
Sólo
una reflexión.
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